Hoy tocaba una excursión corta, pero interesante, había que volver pronto a Chera, el calor ya aprieta mucho.

Conocía parte de la excursión, en concreto la que corresponde al PR-CV 102 y la entrada al Barranco de la Hoz, desconocía que se podía hacer una circular dando la vuelta al embalse.

Esta excursión nos sirve para rendir un pequeño homenaje a la gente que en una época, que ya de sí era muy precaria para la sociedad, dedicarse a la montaña y encima ser capaces de escalar paredes como eran el Risco del Fraile.

Barranco de la Hoz:

Nace al pie del monte de los Ajos, perteneciente al conjunto de sierras de Chiva. Atraviesa el llano de Marjana de Sureste a Noreste, con el nombre de barranco del Regajo, hasta llegar a las Casicas de Turís, a partir de las cuales empieza a llamarse de la Hoz, por razones de significación, puesto que, es a partir del caserío cuando empieza a encajar su curso en la magnífica quebrada.

El importante desnivel de escalón de unos 300 metros en un recorrido de siete kilómetros entre la plataforma del llano de Marjana y la fosa del Buseo, ha activado su acción erosiva y excavado una profunda garganta tallada verticalmente en las calizas. Esta cerrada cortadura separa las sierras de Enmedio y Santa María con gran claridad morfológica.

Constituye el principal aporte de aguas a la cuenca del Buseo, después del Reatillo, al verter la práctica totalidad del drenaje de la plataforma del llano de Marjana, actuando de colector y conexión entre ambos niveles. Cuenta con un curso permanente de aguas, si bien sujeto a régimen torrencial con grandes alteraciones de su nivel.

Fuente: Montañas Valencianas, Volumen III de Rafael Cebrián (Año 1986)

Embalse del Buseo:

Las obras de construcción de la presa se iniciaron en el año 1902 y terminaron en 1913; es el más antiguo de los embalses valenciano del presente siglo (este texto pertenece al libro Montañas Valencianas, Volumen III editado en 1968, por lo que se refiere al siglo XX). La finalidad del Buseo, a más de función reguladora, fue garantizar, al menos, dos riesgos a las huertas de Valencia en los meses del verano: durante el periodo invernal retenía las aguas, que más tarde, habrían de salvar los cultivos de huerta afectados por la merma estival del cual del río Turia. Con la construcción posterior del embalse de Benagéber, el Buseo ha perdido gran parte de su vital destino, pasando a una función de utilidad secundaria.

La situación del embalse y su función simplemente reguladora y administradora de aguas, sin la ofensiva visión de las complejas instalaciones de producción eléctrica, dan al Buseo una apacible imagen de lago de montaña, con un entorno excursionista muy interesante y de atractiva variedad. La elección como lugar de campamento, sin otros planteamientos, ya cuenta con suficientes atractivos naturales de paisaje, que lo justifican, con emplazamientos acondicionados de buena situación y acertados servicios. El embalse del Buseo es también conocido como el pantano de Chera, principalmente desde Siete Aguas.

Fuente: Montañas Valencianas, Volumen III de Rafael Cebrián (Año 1986)

La construcción del Pantano de Buseo se remonta al 17 de noviembre de 1903.

Los trabajos fueron dirigidos por el Sr. Camprubí. Jefe de la División del Júcar, hasta que el 6 de agosto de 1904 fue nombrado Ingeniero Director de la obra, Enrique González Granda y Silva, el cual habóa estado de subalterno desde el comienzo de las obras.
Al iniciar las excavaciones para situar los cimientos no encontraban roca compacta donde apoyar la presa, que según el autor del proyecto debía hallarse a 2,35 metros de profundidad.
Encargaron trabajos de prospecciones aguas abajo, a la Sociedad Española de Sondeos y Alumbramientos de Aguas, que con perforadora de corona de diamantes alcanzaron los 30,50 metros en la margen derecha, pero sin hallar roca que sirviera de base y perdiendo la corona de diamantes valorada en 5.OOO pesetas de la época.
Se varió el plan original de construcción de la presa reduciendo a ochenta metros el radio de curvatura del muro que en principio debía ser de cien. También se modificó el emplazamiento del aliviadero como la integración de la prolongación de la presa dentro del dique.
En la ladera derecha las rocas sueltas existentes eran incapaces de soportar la presión que ejerce una obra de estas dimensiones.
Las excavaciones realizadas para colocar los cimientos fueron muy difíciles y peligrosas, tuvieron que descender once metros de profundidad, con riesgo de desprendimiento de la roca caliza.  
Una serie de lluvias que tuvieron lugar entre el 18 y el 23 de mayo de 1905 destruyeron las ataguías (muros o terraplenes para desviar el río para poder realizar los trabajos) y taparon las zanjas realizadas para los cimientos.
La construcción del dique comenzó en 1906 con el levantamiento de dos muros en el paramento anterior, uno en cada margen, mediante bloques de sillería dispuestos con adarajas o salientes, dejando un boquete central de alrededor de diez metros de anchura sin cerrar. En el paramento posterior se realizaban las galerías de fondo y servicio al mismo tiempo que avanzaba la obra.
Cuando los muros anteriores tenían unos veinte metros de altura tuvieron lugar dos riadas en enero de 1908, formándose un lago de doce metros de altura, apareciendo las primeras fugas más abajo de la presa, lo que provocó la inundación de los trabajos en marcha y fue necesario extraer 6.647 metros cúbicos de lodos para poder proseguir.
El 15 de diciembre de 1908, alcanzados los 23 metros de altura, quedó cerrado el paramento anterior.
En los trabajos realizados para asentar y situar los muros de revestimiento se produjo un movimiento de tierras que llevó a la paralización de las obras más de dos años.
Finalmente en la primavera de 1915 terminaban las últimas obras de la presa y del aliviadero, y era puesto en servicio.
En Mayo de 2003, nace la Fundación Medioambiental de la Comunidad Valenciane de Buseo e iniciativa entre la Conselleria de Medio Ambiente, hoy de Territorio y Vivienda, y el Ayuntamiento de Chera, y tras haber mantenido previamente reuniones con el Sindicato de Riegos del Pantano de Buseo (antiguo propietario del Pantano de Buseo) y con la Confederación Hidrográfica del Júcar.
La actividad principal que tiene dicha Fundación es la de dar a conocer el lugar que ocupa dicho Pantano de Buseo, y el de poner en alza, el ya reconocido valor natural y paisajístico de la zona.
Las personas que nos visitan pueden disfrutar de un entorno natural ideal, estar ubicados en una zona de acampada libre cerca del agua y en pleno monte mediterráneo haciendo uso de paelleros, aseos, duchas y numerosas fuentes; y relajarse con la pesca libre.

Fuente: Fundación Medioambiental de la Comunidad Valenciana Buseo, panel situado junto a la Casa del Pantana.

El Risco del Fraile:

Tuve la suerte de ser la primera mujer que escaló el Risco del Fraile, en el Buseo, el año 1954

Recuerdo la escalada al Risco del Frare en el 1954, en el ascenso me sentí muy arropada por mis compañeros de cordada (Gramaje y Viña) pero una vez arriba y tuve que empezar a rapelar yo sola 40 metros de desplome fue algo que me impresionó mucho, era apenas una joven de veintidos años.

El Risco del Frare en el Barranco de la Hoz (Buseo-Valencia). Esta aguja de paredes verticales, tenía dos largos de escalada, y un descenso en rapel volado. Durante los años 50, en palabras de Rafael Cebrián, era el examen de los montañeros escaladores. Palmira realizó la primera femenina en 1954.

Extracto de la entrevista a Palmira Calvo en Boletín informativo número 13 de la FEMECV (Año 2015)

El Risco del Fraile:

Se abre el barranco de la Hoz en la Sierra de Enmedio, vertiente occidental; una profunda brecha con una dirección bien definida Noroeste-Sureste, de cortadas y cerradas laderas calizas. Por su fondo rocoso corre un curso permanente de agua, tributario de la cuenca del Buseo, con acusadas fluctuaciones de caudaI propias del régimen pluvial mediterráneo, torrencial y de fuerte estiaje. La corta excursión, remontando su cauce por el pedregoso lecho hasta el pie del Risco del Fraile, es muy agradable, y la visión del monolito, vivamente recortado por sus verticales paredes y despegado de las márgenes del barranco, es de gran belleza.
El Risco del Fraile sólo es accesible mediante la escalada: la primera ascensión fue llevada a término por José Gómez Sánchez y Javier Sánchez Pérez y se remonta al verano del 46; ambos fueron socios fundadores del Centro Excursionista de Valencia en el mismo año. En los primeros intentos y búsqueda de los pasos claves, intervino decididamente Alvaro Faubel, que fue socio fundador y primer presidente del C.E.V., y a quien se puede considerar moralmente coparticipe de esta memorable escalada.
El risco y su escalada se han inscrito en nuestros anales montañeros como un hito importante por su significación. Es nuestra primera escalada, no en términos cronológicos, sino en cuanto a su importancia en incipiente despegue montañero de posguerra: los obstáculos técnicos a superar -para la época- eran considerables; los medios auxiliares de que se disponía, en extremo rudimentarios e inseguros y la técnica de escalada, prácticamente inexistente. Solo contaban con su fuerza, su voluntad y su indudable atrevimiento, impulsados por la fascinación de la aguja de piedra inescalada.  A toda esta problemática, había que añadir las dificultades de aproximación, por la escasez de comunicaciones, en unos años en que era impensables disponer de medios propios de locomoción.
Por todo ello, no debe sorprender, que durante mucho tiempo -años-, el risco tuviera un carácter de mito y de símbolo en el ambiente montañero de mi generación, acrecentado por su recortada esbeltez y verticalidad. El tiempo se ha encargado de aminorar jerarquía, con los avances acumulativos técnicos que en la montaña se vienen sucediendo ininterrumpidamente, con ese efecto de desplazamiento de la dificultad y de la frontera de lo imposible. Este lógico proceso, perceptible al paso de los años, nos ha de advertir sobre la relatividad de las apreciaciones y no subestimar los logros de una época. Para contar con los parámetros que nos ayuden a valorar los hechos debemos situarlos en su contexto, remitiéndonos a la afirmación orteguiana de “el hombre y su circunstancia”.

Fuente: Montañas Valencianas, Volumen III de Rafael Cebrián (Año 1986)

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