El Benicadell con sus 1104 m es cumbre de la sierra a la que da nombre, esta sierra separa las comarcas de la Vall d’Albaida y Comtat, forma parte de las Cordilleras Béticas, en concreto del Sistema Prebético.
La Serra del Benicadell esta declarada como Paisaje Protegido por la Generalitat Valenciana, su mayor interés es por el paisaje de erosión kárstica, que origina numerosas cuevas, simas, pozos y rocas. La mayor formación la podemos encontrar en la laguna endorreica en el término de Gaianes, la albufera de Gaianes.
Fuente: Wikipedia.
BENIATJAR Y OTOS
Otos y Beniatjar son poblaciones de montaña, forman parte indisociable del hermoso Benicadell, a pie de la emblemática sierra y en la transición de sus rápidas pendientes cuando éstas declinan hacia las onduladas tierras del amplio valle y luminoso valle blanco de los árabes, la Vall d’Albaida. Ambos municipios fueron lugares de moriscos, antigua alquerías musulmanas sometidas a la Corona de Aragón. Son dos pequeñas y acogedoras poblaciones de gentes que todavía contemplan el horizonte con serenidad campesina desde la sencillez de su hogares. Sin alteraciones urbanas notables, sus cuidadas calles y casas, ornamentadas con rasgos todavía tradicionales, denotan las raíces de identidad que no han perdido la estética mediterránea. Ambas poblaciones pertenecen comarcalmente a la Vall d’Albaida, y su altitud es en Beniatjar de 396 metros y en Otos de 354. Se encuentran a 18 kilómetros de Ontinyent, su capital comarcal, y a 86 de Valencia, distancias que he preferido unificar, por diferencias desestimables, ya que son limítrofes separados sólo 4 kilómetros por carretera; desde ambos disponemos de itinerario para la visita al castillo de Carbonera.
La majestuosa presencia de Benicadell belleza de sus cumbres bienamadas, contribuyendo crear en este entorno los armónicos componentes culturales, paisajísticos y medioambientales, en un escenario del pasado medieval, con el protagonismo de dos hombres elegidos para la inmortalidad, historia y mito que envuelven a Rodrigo Díaz de Vivar el legendario Cid Campeador y Jaime I, El Conquistador.
Fuente: Los Castillos de Montaña en la Comunidad Valencia 2, de Rafael Cebrián
Aunque en esta ocasión no hemos visitado el Castillo de Carbonera y la cova de l’Or, creo que bien merece la pena poner la reseña sobre los mismos.
El Castillo de Carbonera
El castillo de Carbonera está situado sobre la cúspide redondeada de un cerro, la Penya del Castellet, a 660 metros de altitud, en un promontorio despegado de las vertientes septentrionales de la sierra de Benicadell, el magnífico referente en el paisaje. La línea divisoria de los términos de Beniatjar y Otos pasa en medio del castillo, por lo que sus ruinas y su historia, pertenecen por igual a ambos municipios. Un collado une este cerro con la sierra perpendicularmente por el sur, el sector más accesible y de relieve más suave, mientras que a norte y levante, la morfología es más activa, con escarpes y fuertes pendientes. Una pista que recorre longitudinalmente la sierra desde la casa forestal de Benicadell, es un buen mirador hacia el castillo y su significativa posición sobre la amplitud de un paisaje que abarca en su extensión la práctica totalidad de las tierras de la Vall d’Albaida. El castillo con su arrasada estructura, induce a decepción, por la escasa presencia de testimonios que reflejen su pasado esplendor, pero, en sus evocadoras ruinas y ante la belleza del medio físico de tantas resonancias montañeras, la histona y el paisaje se armonizan en episodios singulares de mito y realidad, al paso del Cid Campeador. Aquí, la mirada ha de ir acompañada del sentimiento que inspira la leyenda.
El castillo en la historia
Un factor de la estrategia de la fortaleza se patentiza ante el paisaje abierto, el dominio y con- trol de los caminos y las tierras agrícolas que imaginamos salpicadas de alquerías, entre campos, víveres y botín abundante para la rapiña del Cid y de Jaime l, caminos hacia el mar y Valencia. La fortaleza, posiblemente de origen califal, aparece documentada por primera vez en la época del Cid, quien la reconstruyó y fortificó después de que los musulmanes la arrasaran. En el lugar de cierto castillo llamado Benicadell, que los sarracenos habían destruido de raíz, reedificaron muchos y firmes baluartes defensivos… (La Historia Roderici,1091) El poema épico castellano del Cantar del Mio Cid y la toponimia como memoria, es la segunda fuente informativa: … llegan a Cullera, e llegan a Játiva / y luego camino abajo hasta Dénia se acercaban / Por todas aquellas costas mucho a los moros quebrantan / Ganaron Peña Cadiella, las salidas e las entradas … Cuando el Cid Campeador conquistó Peña Cadiella / gran disgusto fue cundiendo por Játiva y por Cullera, / ya no pueden recatar su dolor los de Valencia. En «La España del Cid» de Menéndez Pidal, el ilustre historiador certifica como cierta la cita del cantar y la documenta históricamente. Interpreta que Benicadell, es una deformación arabizada del nombre de Cadiella mantenido por los mozárabes. La historia, en forma de literatura, del vigoroso y encendido poema anónimo, nos traslada al marco de una sociedad organizada para la guerra, con un relato para ser cantado en las ferias y en los castillos, de las hazañas de un héroe que simboliza el triunfo por las armas y la épica de la permanente lucha como forma de vida.
En el año 1089 el Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, corre la cabecera del valle de Albaida, gana en 1090 el importante castillo de Peña Cadilla y decide fortificarlo, dotándolo fuertemente de víveres, armas y guarnición, en previsión del avance del ejército almorávide, protegiendo una frontera natural a sus espaldas y sometiendo los fértiles llanos y tierras abiertas hacia la próspera Valencia. La sierra configuraba en el siglo XI la frontera entre las taifas de Valencia y Denia. Las correrías depredadoras del castellano y la toma de los castillos cercanos, le abren el camino de Valencia, mientras que su retaguardia meridional queda protegida: el Cid aprovecha la estrategia de la sierra que cierra las llanuras valencianas por el sur y, como el Cantar relata… Ganaron Peña Cadiella, las salidas e las entradas: dos pasos a los extremos de la gran barrera, el situado más a Levante de Salem y el más importante el actual Port d’Aibaida, por donde la autovía comunica con Cocentaina, Aicoi y Alicante. Controlaba igualmente el camino a Ontinyent y de allí a Murcia, los llanos de Valencia, huertas y ciudad que ya es su señoorío y, por el amplio y suave valle blanco, el camino natural abierto a Gandía y el mar.
El castillo fue escenario de varias batallas y alojamiento de ilustres personajes. entre ellos el rey Pedro I de Aragón que acude en auxilio del Cid, acompañado de su hermano el infante Alfonso, el futuro rey Batallador quien conquistó el castillo en el año 1125. El castillo volvió al poder musulmán tras la muerte del Cid y la huida de Valencia por su viuda y seguidores. A finales del siglo XII y principios del XIII, en las décadas cruciales de la invasión cristiana, el valle disponía de varios distritos castrales, Bocairent, Ontinyent, Aibaida, Carbonera, Rugat y Xiu (ver Castillos de Montaña l), de construcción almohade en su mayoría.
Jaime I, después de la presa de Valencia en 1238, toma Xátiva, Denia y Biar, en 1244, siendo en esta fecha la ocupación del Valle por los cruzados y la toma de los castillos entre ellos el de Carbonera. En el año 1247 Al-Azraq inicia la resistencia contra Jaime I desde el bastión de las montañas. Somete los castillos de Benicadell y controla los pasos de la sierra. En una cronología nada clara (Josep Torró), que se supone entre los años 1248/1250, Jaime I reunió un poderoso ejército, derrotando a los sarracenos y liberando el baluarte. Derrota que inicia el imparable declive de la resistencia, con un repliegue hacía los castillos del territorio bajo el dominio e influencia de Al-Azrarq, aunque la guerra todavía sigue hasta el año 1258. Jaime I, repite la estrategia del guerrero castellano, procurando impermeabilizar la frontera física natural de la sierra que da paso al pequeño reino de las montañas, dominio del caudillo musulmán.
El castillo alcanzó su máxima importancia en el sigo XIII cuando de él dependían las poblaciones de Salem, Ráfol, Beniatjar, Carrícola, Torralba y Misena. Peña Cadiella ya no aparece en tiempos de Pere IV, denominado como Carbonera. En 1339, Pere el Ceremonios ordena la destrucción de tan importante y afamada fortaleza, temeroso de que pudiera ser utilizada por una nueva invasión musulmana. Cuando en 1398, Alfonso III cedió a Bernardo de Bellvís como cabeza de una baronía, estaba ya parcialmente derruido y ya era conocido solamente como Carbonera.
Fuente: Los Castillos de Montaña en la Comunidad Valencia 2, de Rafael Cebrián
La Cova de l’Or:
La riqueza y trascendencia de los materiales arqueológicos hallados en la Cova de l’Or, sitúan a esta cavidad como el más importante de los yacimientos del Neolítico Valenciano. El estudio de los excepcionales restos exhumados durante sucesivas campañas de excavación, llevadas a cabo por el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia, muestra secuencias estratigráficas de los períodos de ocupación de la cueva, con datos reveladores de inestimable valor, para la interpretación del oscuro y remoto pasado, en que nuestros antecesores prehistóricos del Neolítico iniciaban el período de la agricultura. Sin antecedentes pre-neolíticos, la etapa de la Cova de l’Or ha depositado en la penumbra silenciosa de su interior el testimonio de un profundo cambio en la economía de producción que alteró cualitativamente la dependencia vital del hombre al medio: la introducción de una rudimentaria agricultura y la domesticación de animales, que conducen a un cambio material de integración en una cultura agro-pastoril, relevando al hombre de la exclusiva y penosa dependencia económica de la Naturaleza, correspondiente a las culturas depredadoras precedentes, de cazadores-recolectores.
El sorprendente hallazgo de granos de cereal, conservados gracias a un tueste producido, probablemente, de forma no intencionada por sus proximidades a las hogueras, nos ha permitido constatar la práctica de cultivos, a la vez que ha sido el elemento gracias al cual se ha logrado la datación del período de ocupación de la cavidad; su examen, junto a otros materiales, por medio del carbono-14, sitúa cronológicamente este período en el V milenio, exactamente en el año 4675 a. de C. En cuanto a los animales domésticos y su importancia básica en la dieta de los hombres de la etapa estudiada, se sitúan en primer término las ovejas y las cabras, por el mayor número de huesos encontrados y, en segundo lugar, los cerdos. Sigue, en un orden menor, los bueyes, con dudas por parte de los investigadores, respecto a su domesticidad como animales de tiro.
La industria lítica aparece documentada por sílex tallado y piedra pulimentada, la cerámica, de tipo cardial, abundante y de variadas formas y decoraciones, se encuentra junto a objetos de uso doméstico fabricados en hueso, punzones, cucharas, agujas, discos, anillos, colgantes … Los materiales extraídos clasificados y estudiados, se encuentran depositados en los museos de Prehistoria de Alcoi y de Valencia.
El marco medio ambiental en que se manifiestan los períodos de ocupación de la cueva de l’Or tiene como dominante una espesa cobertura forestal, hábitat de una variada fauna salvaje, cuyos restos aparecen junto a los depósitos ya reseñados y que, principalmente, son de cabra montés, ciervo, jabalí, lince, conejo, liebre y caballo. Aunque, como queda dicho, no hay en este yacimiento datos de transición al Neolítico, resulta evidente que la caza formaría parte de la actividad habitual del hombre, complementaría del pastoreo y de la agricultura, con una aportación a la dieta habitual garantizada por los recursos creados y administrados.
La cueva está situada en el término de Beniarrés, en la laderas sur-orientales de la sierra de Benicadell, en la partida de Barcella, a 650 m.s.m. Unos arbolillos y lentiscos ocultan a la vista la entrada de la cavidad y hacen difícil su localización, por abrirse sobre la ladera del monte, sin rocas o paredes que delaten su posición, pese a sus dimensiones de cinco metros de anchura por tres de alto, en su boca. A esta entrada sigue un vestíbulo en cuya bóveda hay una abertura al exterior, a modo de tragaluz. A continuación, una única gran sala, de unos 45 x 25 metros con bóveda de 2 a 5 metros de altura, que es donde se han localizados los hallazgos y realizado las excavaciones.
El descubrimiento arqueológico se debe a Rafael Pardo Ballester, quien en el año 1933, dio a conocer el yacimiento, con un estudio inicial de superficie y catas para documentar sus primeras deducciones. Posteriormente el SIP ha llevado a término varias campañas de excavación, en zonas limitadas, cuyos resultados han sido dados a conocer mediante dos tomos publicados por el mismo servicio, recopilación de un cuidado estudio estratigráfico, observaciones, conclusiones y aportación inventariada documental, a cargo de varios investigadores especializados.
EI yacimiento no está trabajado en su totalidad, con lo cual queda abierta la posibilidad de nuevos descubrimientos que, realizados con la ayuda de medios más perfeccionados y sofisticados de la moderna ciencia auxiliar de la arqueología, contribuyan a una mayor compresión del Neolítico Valenciano. Desde el año 1972, la cavidad está cerrada con una verja, que la preserva de la depredación de arqueólogos furtivos, aficionados y desaprensivos que, con anterioridad, alteraron la superficie del yacimiento con sondeos y catas sin método, que han destruido, con su irresponsable intervención, la provechosa lectura que para un experto hubiera tenido.
Fuente: Montañas Valencianas IV, Comarcas Alicantinas de Rafael Cebrián