El topónimo actual es una adaptación árabe del nombre antiguo de la ciudad Okelis > madīna-oceli, que en céltico significa ‘colina’,1 y se relaciona con una gran cantidad de topónimos hispanos sobre la misma raíz, especialmente abundantes en occidente: Okela, Okelo-durum, Albu-Okela, Kalu-Okela, Samaru-Okela, etc. La etimología que parte de un supuesto topónimo madīnat Sālim: ‘la ciudad de Salim’, donde Salim, a su vez, significa ‘seguro’ o ‘segura’, siendo Medinaceli ‘ciudad segura’, ha de considerarse superada
Fuente: Wikipedia
Arco Romano, es una de las grandes obras conservadas en la provincia y el único en España de triple arcada. Los romanos construían arcos en algunas ciudades para conmemorar sus triunfos, éste además, servía para marcar el límite entre el distrito administrativo Cluniense, al que pertenecía Occilis (Medinaceli), y Caesaragustano.
Sus dimensiones monumentales ya que tenía que ser visto desde la vía que pasaba a los pies del cerro en dirección a Caesaragustano (Zaragoza). Destaca el cuerpo central decorado con dos templetes, de frontón triangular, apoyados en columnas. Es una obra de finales del siglo I d.C.
Bajo el suelo de la plaza de San Pedro se conservan los restos de una vivienda romana (siglos I-II d.C.) que fue abandonada y destruida por un incendio. Sobre sus cenizas se levantó, en el siglo X-XI, una casa islámica de la que tan sólo conocemos algunas habitaciones. Tras la reconquista cristina, a partir del siglo XII y hasta el XV, este espacio acogerá un edificio público y varias tumbas e la necrópolis de la iglesia de San Pedro, una de las doce parroquias de Medinaceli durante la Edad Media.
La vivienda romana es un ejemplo de casa señorial, con patio en torno al cual se distribuyen las distintas habitaciones. La principal, y eje de toda la edificación, es el salón y/o sala de recepción. Su suelo es un mosaico polícromo en el que se representan, alternado en perfecta simetría, motivos geométricos: concha de fallones, sogueados, cadenetas, triángulos, puntas de flecha …, y figurados: flores, cascos de guerreros, esquematizaciones de escudos …
Los muros de las estancias se decoran con pintura mural, al fresco, aplicada sobre varias capas de mortero. Empleando tonos rojos, negros y amarillos se dibuja el zócalo y se divide el espacio de la pared en cuadros monocromos.
El Castillo, El actual castillo de Medinaceli aprovecha la ubicación y estructura de la Alcazaba árabe. Erigido posiblemente en el siglo XIV por los Condes de Medinaceli, reforzaba las defensas de la Villa
Sencilla fortificación en sillarejo y mampuesto, de planta rectangular, tres torreones circulares en sendas esquinas y un cuarto cuadrangular como torre del homenaje
Ermita Beato Julian de San Agustín, construida en el siglo XIX por los vecinos de la localidad sobre la casa natal del beato Julián.
Lope ve Vega escribió pensando en él, la comedia «El Saber por no Saber y la vida de San Julián de Alcalá de Henarés»
Colegiata Nuestra Señora de la Asunción, esta villa contaba a finales del siglo XV con doce parroquias, a buen seguro románicas. El Duque de Medinaceli solicitó al Vaticano la unión de todas las parroquias en una sola, la de Santa María. Esta se convirtió en Colegiata, y todas sus rentas agrupadas en ella.
Tras la reja del Altar Mayor se expone una hermosa talla del Cristo de Medinaceli del siglo XVI en madera policromada, donada por los Duques de Medinaceli. Aunque la más visitada es la del Nazareno, conocida como Jesús de Medinaceli.
Plaza Mayor, Esta amplia plaza cerrada, porticada y de forma casi pentagonal, aparece escoltada por edificios notables: la casa Del Concejo – Alhóndiga y el Palacio Ducal.
Palacio Ducal, construido en el siglo XVI, de planta rectangular, se estructura en torno a un patio interior de dos pisos. En un principio dos torres laterales se alzaban sobre el edificio, pero fueron derruidas en el siglo XIX. La fachada fue diseñada por Juan Gómez de Mora en el año 1623.
Renacentista, resalta su elegante y simétrica sobriedad.
Destacan los frontones circulares de las balconadas y el escudo de los Duques de Medinaceli que se protege con cornisa.
Alhóndiga, Es probablemente la construcción más antigua de la plaza. Realizada en el siglo XVI, fue edificio público, tanto económico como político, ya que la parte interior se utilizaba como alhóndiga, lugar donde se realizaban las transacciones, compraventa y almacenaje de grano, y en la parte superior se reunía el Concejo.
También albergó la cárcel del Partido Judicial. Como la mayoría de los edificios de Medinaceli, ostenta en fu fachada el escudo ducal.
Beaterio de San Román-sinagoga, este extraño edificio de incierto origen ha tenido diferentes funciones a lo largo de la historia. Fue parroquia hasta 1558. En esa fecha se convirtió en morada de devotas y aristocráticas mujeres, que sin obedecer reglas muy estrictas, vivían en comunidad. A partir de entonces se le conocerá con el nombre de Beaterio. Posteriormente adoptaron la regla de San Jerónimo y lo ocuparon hasta 1939.
La estructura de su planta parece indicar que en un principio pudo ser un templo no cristiano. La clara influencia oriental, su ubicación en el barrio judío, algunos restos arquitectónicos y su orientación dan argumentos a la teoría más extendida, que afirma que fue una sinagoga.
Nevera, esta ingeniosa y sencilla estructura árabe sevía para almacenar la nieve del invierno, que se mantenía, prácticamente intacta, hasta el verano, en la época estival era utilizada para enfriar líquidos y conservar alimentos. Es por tanto un precursor, gigante y natural, de nuestras actuales neveras.
El lugar donde está enclavada, fue estratégicamente escogido, al ser el más frío de la Villa, en la ladera norte, una umbría donde la nieve puede permanecer sin derretirse mucho tiempo.
Allí se construyó este pozo, cubierto por una tosca bóveda, que mantiene el interior a muy bajas temperaturas.
Su origen ha sido puesto en duda, por el hecho de hallarse en el barrio judío, pero este tipo de construcciones obedece a una mentalidad árabe.
Convento de Santa Isabel, Fundado por la Duquesa de Medinaceli, devota de San Francisco, que ofrece los edificios colindantes a la iglesia de San Martín para el establecimiento de un monasterio. En 1528 el Obispado de Sigüenza, concede licencia para el establecimiento conventual de Santa Isabel, agregándolo a la iglesia de San Martín.